GAZA – Dos veces al año, Su Beatitud Mons. Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, viaja a Gaza para encontrarse con la comunidad cristiana existente en la Franja. En esta ocasión estuvo acompañado por el P. Davide Meli, Canciller del Patriarcado Latino, el P. Carlos Ferrero, IVE, y Abdallah Dababneh, seminarista del Patriarcado.
Cinco días recorriendo la Franja de Gaza. Entre visitas, encuentros, inauguraciones y ratos de amistad, el programa del Patriarca y su delegación fue muy cargado. Así pues, dos tardes y una mañana se dedicaron íntegramente a visitar a las familias cristianas: una docena de ellas pudieron recibir a Monseñor Pizzaballa en sus casas para conocerlo en persona y poder tomarse un momento para conversar
Entre estas familias, la de Jeries Michail, el único cristiano que vive con su esposa Soha fuera de Gaza, en la ciudad de Khan Yunis. “Mi abuelo vino de Egipto y se casó con una mujer de Khan Yunis”, explica. «Todos sus hijos se fueron de Palestina, excepto mi padre, que optó por quedarse. Crecí aquí con mis hermanos en Khan Yunis, pero cuando se casaron, se fueron. Soy el único que se quedó. Abrí una tienda y mi negocio funcionó bien, la gente confía en mí, no dudan en venir. Hoy, irme significaría perder a todos mis clientes, perder esta relación que tengo con todo el mundo aquí en la ciudad. Sí, no siempre es fácil, si, algunos no está de acuerdo con nosotros, pero al final, valió la pena quedarse».
«Me casé con Jeries cuando tenía 14 años», dice su esposa, Soha. «Tenía una tía que vivía aquí en Khan Yunis y vinimos a visitarla. Así fue como Jeries y yo nos conocimos. Entonces, cuando nos casamos, aunque estaba trabajando en Gaza como maestra, no dudé en venir y vivir aquí, conocía gente, allí estaba mi tía, el ambiente todavía era cristiano, luego los miembros de la familia que tenía aquí murieron, y nos encontramos como los únicos cristianos que quedaban».
Originarias de Jaffa, de Ashkelon, de Gaza, todas las familias han demostrado una alegría de vivir y una resiliencia impresionante ante la difícil situación que tienen que enfrentar todos los días. “Sentí una mayor serenidad, una mayor calma en ellos”, dijo el Patriarca. «Este año, obtener permisos de salida de vacaciones ha sido más fácil, y muchos cristianos han podido beneficiarse de ello. Se había creado una atmósfera de tensión y fatiga que pesaba mucho sobre los hombros de los habitantes de Gaza».
Además de estas visitas, el Patriarca también dedicó varios momentos a la juventud cristiana de Gaza, en particular a través de la inauguración de un campo de fútbol y baloncesto, un tiempo de encuentro con los scouts de la parroquia, así como una jornada de actividades para los más jóvenes, organizados en el patio de la iglesia
En esta ocasión, los scouts pudieron expresar su agradecimiento al Patriarca y al Patriarcado por el apoyo brindado a los cristianos de Gaza, pero también demostrar sus dotes como músicos y bailarines a través de un desfile de scouts al final de la misa dominical, así como una demostración de “dabke” durante la feria parroquial.
Durante su estancia, el Patriarca también fue invitado a celebrar la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, tradicionalmente celebrada en Belén entre los Salesianos. Durante su homilía resaltó la importancia del papel que debe jugar el amor en la vida de todos: “El amor es una actitud, no solo una emoción o un sentimiento pasajero. Es un comportamiento, un estilo de vida que debemos construir día tras día, con la ayuda de Jesús. Sin Él, somos incapaces de amar de verdad, de amar como Él nos amó y aún nos ama, incondicionalmente”.
Monseñor Pizzaballa también presidió la misa dominical, durante la cual se bautizó a una niña, un momento de celebración y alegría para toda la parroquia.
Esta estancia también permitió al Patriarca y su delegación visitar varios hospitales y clínicas, y ver in situ el trabajo de Caritas Jerusalén en Gaza. Cuatro familias en situación de extrema pobreza y beneficiarias del proyecto «Familia a familia», creado por Caritas Polonia y que ayuda a unas cien familias al año, recibieron la visita de Monseñor Pizzballa y su delegación, acompañados del equipo de Caritas.
En Gaza, el proyecto ha estado en marcha durante tres años. La mayoría de los beneficiarios, familias formadas por mujeres con hijos a cargo y marido ausente o enfermo, a veces muy endeudadas o viviendo en barrios marginales, reciben ayudas económicas para poder comer, comprar medicinas o incluso pagar deudas familiares. «Estas personas, a menudo mujeres, son los verdaderos combatientes en Gaza. Luchan para sobrevivir, para proporcionar a sus hijos condiciones de vida dignas, para sacar a sus maridos de la pobreza», dijo un empleado de Caritas.
«En toda la Franja de Gaza, estamos ayudando a entre 80.000 y 100.000 personas. Durante la crisis de la COVID-19, hemos intervenido en más del 70 % de los casos. Por supuesto, nuestros fondos son limitados, por lo que tenemos que tomar decisiones: dependiendo de la situación familiar, la situación económica, si hay niños, ancianos, discapacitados…”, explica George Antone, administrador de Caritas Jerusalén en Gaza. “También tenemos clínicas que brindan atención básica a todos y redirigen a las personas que necesitan especialistas a otros hospitales o médicos especialistas”
Dos hospitales no relacionados con Caritas Jerusalén también recibieron la visita de Monseñor Pizzaballa; el Hospital Cristiano Al-Ahli, y el Hospital Jordano Gaza 71, cuyos empleados, originarios de Jordania, cambian cada tres meses. A pesar de las dificultades de suministro, particularmente de electricidad, pero también financieras, debido a la crisis del COVID-19 y la guerra en Ucrania, estos hospitales continúan brindando atención gratuita a los pacientes. El Patriarca expresó su agradecimiento y apoyo a los responsables de estas instalaciones médicas, que brindan ayuda humanitaria fundamental a la Franja de Gaza.
Siempre en términos de iniciativa humanitaria pero también social, el Patriarca aprovechó para visitar el centro de las Hermanas Misioneras de la Caridad, dentro de la parroquia, que atiende a niños con discapacidades graves. Recibido por una niña y un niño del centro, Monseñor Pizzaballa pasó un rato con los niños antes de hablar sobre el centro con las tres hermanas a cargo.
Al final de la estancia, concluida con una comida compartida con los feligreses, el Patriarca se despidió de cuantos, durante estos cinco días, habían contribuido a hacer memorable y cálida su estancia, fortalecida por la acogida incondicional de los gazatíes y de su voluntad de servir. “Venir aquí no es solo para resolver problemas, para traer ayuda. Es también para conocer gente, los cristianos de Gaza. Soy pastor y ellos son parte de mi rebaño”.