Queridos amigos:
Nuestras constituciones dicen que “Debemos instruir a nuestros fieles para que conozcan y amen a los Santos Patronos, dándoles el lugar de honor que les corresponde y llevando a cabo una pastoral articulada para conseguir esos objetivos.”; y si esto se dice respecto a las almas que nos han sido encomendadas, cuánto más debemos vivirlo nosotros como religiosos del Verbo Encarnado. Una característica especial de los patronos de nuestras comunidades es que se convierten automáticamente en modelos a seguir, y por lo tanto, san Juan Pablo II es nuestro gran modelo para imitar, no sólo en cuanto al título de “patrono” que le hemos dado dentro de nuestra familia religiosa, sino además -y sobre todo- en cuanto modelo de cómo debemos vivir nuestra consagración, enamorados afectiva y efectivamente de Jesucristo. Porque eso resume al Papa Magno: un alma enamorada de Jesucristo y de su Madre.
Gracias a Dios pudimos celebrar la santa Misa en honor de nuestro querido santo en Belén, junto con nuestra familia religiosa, participando a continuación de la cena festiva, como correspondía a la ocasión.
Agradecemos a Dios por sus beneficios siempre copiosos, y al Papa Magno por su intercesión desde el Cielo, así como a todas las almas que rezan por nosotros desde la distancia, rezando por sus intenciones y las necesidades de la Iglesia en el mundo entero y la santificación de las almas.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,
Séforis, Tierra Santa.