Surge en nosotras una gratitud cada vez más profunda hacia Dios, Quien nos ha llamado a servir a Jesucristo en los mismos lugares que fueron santificados por su Santísima presencia. ¿Quién puede medir la inestimable gracia de ser testigos de Jesucristo en el mismo lugar donde el Verbo se hizo carne (Jn 1,14), donde vivió la Sagrada Familia, donde Jesucristo comenzó su ministerio público y obró la Redención de los hombres, donde se encuentra el sepulcro vacío, testigo silencioso de la Resurrección de nuestro Señor, al que han tenido la gracia de peregrinar en diversas oportunidades?