Queridos amigos:
Escribe nuestro fundador que “Debemos instruir a nuestros fieles para que conozcan y amen a los Santos Patronos, dándoles el lugar de honor que les corresponde y llevando a cabo una pastoral articulada para conseguir esos objetivos.”; y si esto dice respecto a las almas que nos han sido encomendadas, cuánto más debemos vivirlo nosotros como religiosos del Verbo Encarnado. Una característica especial de los patronos de nuestras comunidades es que se convierten automáticamente en modelos a seguir, y, por lo tanto, san Juan Pablo II es nuestro gran modelo a imitar no sólo en cuanto al título que le hemos dado dentro de nuestra familia religiosa, sino además -y sobre todo- en cuanto modelo de cómo debemos vivir nuestra consagración enamorados afectiva y efectivamente de Jesucristo. Porque eso resume al Papa Magno: un alma enamorada de Jesucristo y de su Madre.
Por gracia de Dios pudimos vivir esta celebración como corresponde: en familia, para lo cual nuevamente nos juntamos en Belén, donde nuestros sacerdotes y hermanas realizar su misión.
La liturgia fue organizada por las hermanas del Hogar Niño Dios en su capilla; la santa Misa fue presidida por el P. Gallardo y concelebrada por los monjes, el P. Néstor Adrada y el P. Jason Jorquera, quien estuvo a cargo de la homilía.
Luego de la santa Misa realizamos la correspondiente cena festiva y finalmente dimos gracias a Dios por tantos beneficios prodigados por la intercesión del Papa Magno, nuestro patrono.
Damos gracias a Dios por tantos beneficios recibidos por san Juan Pablo II, y encomendamos a sus oraciones a todos nuestros consagrados, pidiendo especialmente la gracia de imitar a nuestro santo patyrono en su amor incondicional para con Dios y su absoluta entrega filial por manos de María santísima.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia.