Muy queridas M. María del Cielo y hermanas de la Provincia “Nuestra Señora de los Dolores”:
Con particular alegría les envío mis saludos y felicitaciones por las Bodas de Plata de la llegada de las Servidoras a Tierra Santa.
Surge en nosotras una gratitud cada vez más profunda hacia Dios, Quien nos ha llamado a servir a Jesucristo en los mismos lugares que fueron santificados por su Santísima presencia. ¿Quién puede medir la inestimable gracia de ser testigos de Jesucristo en el mismo lugar donde el Verbo se hizo carne (Jn 1,14), donde vivió la Sagrada Familia, donde Jesucristo comenzó su ministerio público1 y obró la Redención de los hombres, donde se encuentra el sepulcro vacío, testigo silencioso de la Resurrección de nuestro Señor, al que han tenido la gracia de peregrinar en diversas oportunidades?
La Iglesia de Jerusalén es la Iglesia Madre2 y estaremos siempre agradecidas por la gracia de misionar allí. Hoy agradezco también la entrega de todas las hermanas que han pasado por esta Provincia y que actualmente misionan en Palestina, Israel, Jordania y Siria. La presencia auténticamente cristiana significa el testimonio de la caridad, que es un modo eficacísimo de predicación del Evangelio3. Y es gracias a la caridad vivida con los más pobres y abandonados, los perseguidos a causa de su fe, los que sufren males de todo orden, que Dios ha bendecido y continuará bendiciendo a esta Provincia, a sus misioneros y a las almas confiadas a sus apostolados.
No quisiera dejar de agradecer el insustituible apoyo y la guía espiritual recibidos durante todo este tiempo en estas desafiantes misiones a través de nuestros sacerdotes “Del Verbo Encarnado”. Renovemos nuestras oraciones para que Dios continúe bendiciendo la cualificada misión que Él les ha encomendado y que los bendiga enviándoles muchas y santas vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras.
Que la Virgen María, Madre del Varón de Dolores, continúe amparando a toda nuestra Familia Religiosa presente en Tierra Santa. Y que Santa Teresita, patrona de las Misiones y en cuyo día llegaron las Servidoras a estas tierras benditas, interceda por cada una de ustedes y les alcance aquella misma determinación para alcanzar la santidad. En una oportunidad Santa Teresita escribía: “Tomé la resolución de estar siempre con el espíritu al pie de la cruz para recibir el rocío divino que goteaba de ella, y comprendí que luego tendría que derramarlo sobre las almas…”4.
¡Les mando un gran abrazo! ¡Que viva la misión! En Cristo y María Santísima,
M. María Corredentora Rodriguez
Superiora General
1 SAN JUAN PABLO II, Homilia del 25 de marzo de 2000, Nazareth.
2 P. BUELA, Tierra Santa, http://www.padrebuela.org/tierra-santa/
3 Ídem.
4 SANTA TERESITA, Historia de un alma, Cap. V.